viernes, 24 de agosto de 2018

Lágrimas 01: El inicio



Con los ojos aún cerrados, mi cuerpo distingue que estoy en una cama fríamente incómoda. Además, no siento mi ropa. Mi playera rayada de manga de tres cuartos, mis jeans azules, mis botines negros, mis calcetines de colores y mi ropa interior blanca se han desprendido de mí. Me han dejado descubierta, frágil y vulnerable.



Mis oídos, por cierto, oyen bullicio en la sala en la que me encuentro, pero no quiero abrir mis ojos. ¡No quiero, no quiero! Sólo ruego ya salir de aquí. ¡Quiero largarme a la de ya! Pero, por una rara razón, cuando intento levantarme siento mi cuerpo tan pesado como varios costales de cemento. Así que, respiro hondo, llenando mi pecho de aire. Espero que llegue a mi alma la cama deseada...

Hoy he salido de mi casa como todas las mañanas. Voy a la preparatoria. Tomo el camión rtp de la ruta San Lázaro-Nativitas. Después de pagar los cuatro pesos de pasaje, diviso un asiento al fondo del camión. Me alegro con demasía, pues hoy no he dormido nada por el exceso de tareas y sólo quiero dormir un poco. Por tanto, ese asiento me va de maravilla para llegar a la escuela fresca como lechuga. Me pierdo tanto en mi sueño que, si no hubiera sido por un brusco frenón, casi me paso de la parada en la que bajo. Junto con otras personas apresuradas desciendo del transporte verde. Muchas de ellas van a diferentes lados y algunas vamos a la misma dirección que yo.

Las clases no son nada diferentes a las del inicio del año. Los profes dan sus cátedras tan rutinarias que, algunas de ellas, parecen más grabaciones que clases. Me aburro un tanto, pero no pierdo, o al menos eso creo yo, el hilo de sus explicaciones. En las horas libres, mis amigos y yo compramos algo de comer y vamos a los pastos para comer y platicar. ¡Ah! también para acabar las tareas que nos faltan. “Ya sólo la clase de Biología y ya”, dice mi amiga, quien ya quiere acabar, al igual que muchos, la clase más tediosa de este día.

Dan las 14:00 horas, la libertad al grupo 413 le ha llegado al fin. Como es viernes, muchos de mis compañeros se van a jugar, a tomar, a una fiesta, etc. Mis amigos deciden esta vez irse a no sé qué lugar, pues hoy les rechacé su oferta de vagar. Decidí quedarme un rato en la prepa para asesorías con mi profesora de matemáticas. Ninguno de mis amigos ha decidido quedarse, pues les importa poco aprobar este examen de conocimientos generales del área de matemáticas. En fin, me quedo unas tres horas. Los temas que más me han angustiado en este trimestre me han quedado ya más claros. Salgo aproximadamente a las 17:00 horas de la institución; me despido de mi profesora, quien me deja de tarea extra hacer unos 40 ejercicios del libro Baldor. “Hasta luego, Jessica. Nos vemos el lunes”, dice mi profesora con una sonrisa en su rostro. Voy a la parada del camión.


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