jueves, 18 de octubre de 2018

Player 01: Primeras lágrimas



 (Nota de la autora: Perdonen la gran demora. He estado muy ocupada y me he enfermado. Así que, entre mis deberes escolares y estar enferma medio puedo atenuar todo. Pero, quienes me leen, no desesperen porque siempre trataré de subir un capítulo al menos de esta novela. A ver qué pasa en el final porque ya no sé yo cómo terminará. El final es una sorpresa también para mí. Hehehehe)
 
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No puede ser. No encuentro ni una pinche pista en esta zona. Los pasajeros que entrevisto no recuerdan a ninguna joven de cabello castaño que va en la Prepa 1. ¡Maldita sea! Parece que nadie quiere colaborar para salvar a una desaparecida.

En fin, decido subirme a mi auto para emprender el viaje hacia mi oficina cuando recibo una llamada a mi celular. Es Arturo.
-- Oiga, he encontrado una pista cerca de la parada de Prepa 1. Hay una señora que me dio los datos necesarios para avanzar con la investigación. Mi amigo Iván fue a corroborar unas cosas. En un rato le pasamos la info -- cuelga y me deja interesado en qué tipo de datos pueden encontrar un par de chiquillos.

Un par de adolescentes no creo que sean capaces de descubrir más allá de lo que tienen enfrente o… ¿sí? Como sea, tengo que hallar algo en esta ruta.

-- Disculpe señor, ¿le sucede algo? -- me pregunta una señora de unos 50 años aproximadamente. Parece que nota mi rostro de angustia cuando veo la foto de la joven desaparecida. Está en un papel en el que están los datos como su edad, su nombre completo, su vestimenta y una marca que la distinga.

-- Pues… -- deslizo la fricativa alveolar sorda asemejando el sonido de una serpiente.

La señora se me queda viendo y cuando entiende que mis ojos no se apartan de ese pequeño cartel me dice:

-- Ahh -- suspira, -- tenía una vida por delante --- termina su oración.

-- Mmm… -- es lo único que digo.

-- Espero que la encuentren y que esté viva -- comenta la misma señora que no deja de estar viéndome.

Continúo pensando en cómo se llevó a cabo la desaparición cuando estaba ya muy cerca de casa. Llegaría a casa en unos cinco minutos. Alguien tuvo que ver el camión o verla en el camión.

-- Yo espero lo mismo -- me digno a decir algo que no sea un sólo ‘mmm’.

-- Por cierto, ¿usted me podría decir si aquí pasan los rtp de la ruta Nativitas-San Lázaro? --- pregunto de repente.

-- Mmm, sí pasan, pero son pocos. Abundan más los micros de la ruta que va al Deportivo de Xochi -- contesta sin verme a los ojos; su ojos miran al lado izquierdo.

-- Gracias -- camino hacia el sentido contrario de los autos.

-- ¡Joven! -- grita la señora.

Detengo mi caminata; no llevó más allá de cinco pasos.

-- ¿Sí? -- me giro hacia donde está ella.

Ella camina hacia mí y me dice:

-- En esta ruta hay ocasiones en las tardes en las que suele pasar una micro manejada por dos jóvenes. No sé si … -- la interrumpo.

-- Puede decirme. Yo no revelaré que usted me comentó algo. Soy un policía -- le muestro la placa de un ex-amigo que alguna vez trabajó en la policía. Se calma un tanto y no creo que sea por la placa, sino por mi mirada que se torna amable y cálida.

La señora duda por unos segundos y me comenta que uno de esos jóvenes se le conoce como el Az. Este tipo fue hijo de una de sus vecinas que, lamentablemente, lo echó a la calle porque “no servía pa’ nada” y que “ ya tenía edad pa’ trabajar y valerse por sí solo”. Además, me dice que el Az, a pesar de su corta edad, es muy hábil para robar sin violencia; tiene una mano indetectable. Sin embargo, desde hace unos días se le ha visto formar parte de una pandilla que, según la señora, se dedica a secuestrar gente.

-- Muchas gracias, señora B -- le digo con un apretón de manos. Le doy mi número por si quiere decirme algo más. Siento que ella sabe más de lo que hoy me relató. No puedo forzarla a que me diga todo porque hoy no ando en mi papel de “hombre de negocios”.

Llego a mi oficina y ahí está Ramón diciéndome que encontró los camiones que suelen pasar por el lugar donde se vio a la joven. No le digo nada más que un “gracias, Ramón”. Prendo un cigarro y...me hundo en un mar de pensamientos.

(..)


Si no me hubieran apuñalado aquella noche del 21 de mayo, ¿estaría trabajando como lo he hecho ya desde hace 5 años? ¿Acaso mi vida lujosa y cómoda dejó de serlo cuando entendí que todos, aunque seamos malos, podemos perder nuestra vida por el egoísmo de otros?


Efectivamente, mi vida dio una vuelta de 180 grados aquella vez y más porque casi me arrestan por el desvío de unos dineros que hirieron a muchas personas indirectamente. Ahora, aunque trabajo en menesteres parecidos, quiero creer que mi trabajo sucio se limpia cuando hago el bien. Tal vez, si un día me cachan, me salve de la condena a prisión perpetua. Pero lo principal aquí no es que me impidan morir en un encierro eterno, sino que mi amada sobrina me perdone, en donde quiera que esté, el error que le costó la vida. Nunca debí dejarla en aquella zona. No debí abandonarla. Siempre abogó por mí, aun cuando me llegó a ver hablando con Ratas de alto rango y la familia tenía envidia de ello. La deje morir en el seno de una familia que, al igual que mi yo del pasado, le importaba más el varo que la vida de alguien más…


(..)


Me termino, sin darme cuenta, dos cigarros y bebo un poco de whiskey. Ramón, antes de irse, me deja una nota que dice: “hermano, no eres malo aun cuando tu pasado fue turbio y negro; no te irás al infierno.Te lo prometo. Vamos, que podemos encontrarla; el tiempo no está de sobra. Tenemos siempre encima la derrota, pero ahora tenemos una nueva maniobra. Juguemos con la carta del tiempo incierto...” 
 
 
Siguiente capítulo: 2018-10-??

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