jueves, 6 de septiembre de 2018

Lágrims 05: El traslado y un nuevo "hogar"



(Antes que todo, perdonen la demora, peeeeero ayer estuve algo ocupada y ya no pude subir el nuevo capítulo. Sin embargo, espero que me disculpen por la demora y que no me maten por dejarles la historia en un stnad by feo. Atte: Sui Noctis)


A la mañana siguiente, nos mudamos de lugar debido a que el Burro recibe una llamada de un colega, quien le advierte que su ubicación se encuentra amenazada. Me duerme con tiner y con una fuerte golpiza en mi estómago. Al despertar, me encuentro en un cuarto de cortinas azules derruidas Tocan a la puerta.

-- Hey, puta, ¿ya estás despierta? -- pregunta el Az, quien espera mi respuesta antes de decir otra cosa.

-- Sí, señor -- contesto con la idea de que él es mi amo.

-- Pues, vístete con lo que está ahí porque nuestro líder pronto llegara -- me explica. Le contesto con un muy ligero “okay”; no lo oye. Intuyo que se ha ido.

Me pongo la ropa que se encuentra en el buró. Una mini falda, unas medias un poco rasgadas, un bra de lentejuelas rojas y unas botas negras forman parte de mi nueva vestimenta. Me es incómoda, mas no puedo quejarme. Me han condenado desde hoy hasta mi muerte.

El Rolas entra a la habitación. Se sorprende de cómo me veo y sin dudarlo empieza a tocarme; mi rostro de asco, miedo no le interesa. Sólo él quiere satisfacer un deseo animal que le es impedido por una llamada.

No sé cuánto tiempo viviré este calvario, pero si paso al menos más de una semana mi familia posiblemente aún tenga esperanzas de verme, sino, pues, se hizo lo que se pudo. Me iría al Mictlán con una sonrisa tatuada en el alma porque sabría que mis seres queridos nunca se cansaron de buscarme.

-- Hey, perra, ¿qué haces ahí parada? -- me dice el Rolas mientras me ve perdida en mis pensamientos. Definitivamente, esa llamada causó en él un coraje que lamentablemente descargará en mí; su molestia la siento en pellizcos, cachetadas, estrangulamiento en el cuello durante el coito. No dejo de llorar y pedir ayuda.

Cuando termina su brutal deseo carnal sale de la habitación. Ese día, los otros tres junto con otras personas usan mi cuerpo cual juguete sexual. He pasado ya de ser humano a un simple objeto. Mis gritos, mis lágrimas son un plus que hacen más divertido cogerme. ¡Yuju!

La habitación, aunque parezca bella de aspecto a comparación de mi pasado recinto, contiene un sin fin de olores hediondos. Peores, quizás, que la humedad generada en el cuartucho en el que inicié. Ésta es mi nueva prisión hasta que la muerte venga por mí en el peor de los casos; en el mejor, tal vez, si me rescatan. No dejo de pensar en el día en que vea de nuevo a mis amigos, mis profesores, mis padres… No, no moriré. Seguiré soportando los peores golpes hasta ser liberada o encontrar una salida a esta jaula bellamente repulsiva. 


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