jueves, 20 de septiembre de 2018

Player 01: Mala presentación

( Disculpa de la autora: Lo siento mucho si ayer no subí capítulo. He estado super ocupada con un apartado de mi tesis. Perdonen, en serio, si es que llego a demorarme en subir capítulos. No pasa de 3 días o de 2 el retardo. Sin más les dejo el capítulo.)
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Hoy 19 de octubre, voy a la casa de la joven extraviada. Mientras conduzco no dejo de pensar en la falta de seriedad que la policía da al caso. Parece que una joven menos en este país no tiene peso en las preocupaciones del gobierno, pues es una menos, ¿no?

Unas cuadras antes de llegar a mi destino, un joven de cabello negro, corto, en forma de punta se me queda viendo. Esa mirada fría me hace dudar, por unos segundos, si es alguien de confianza. Estaciono el auto justamente a un costado de él; pongo mi mano en mi amado revólver y bajo la ventanilla del carro.

-- ¿Qué se te ofrece? -- pregunto mirando directamente a ese joven.

-- Sólo que rescate a mi amiga -- contesta sin inmutarse. Su mirada se clava en mí; le contesto con una mi mirada mucho más gélida que la de él; da un giro de 180 grados, camina en contra sentido de la vialidad, y antes de arrancar veo, por medio del espejo retrovisor, que ese joven da vuelta a la derecha; se mete en una calle para desaparecer de mi vista. Sigo mi camino hacia la casa de esa inocente.

Cuando llego, toco el timbre. Una mujer de pelo canoso me abre. Imagino que ella es la madre de la joven desaparecida. Desde la puerta, la señora con los ojos rojos y ojerosos me pregunta antes quién soy. No me sorprende su duda sobre mí, pues siempre llego sin anunciarme. Pocos saben de mi trabajo.

-- Me llamo Gian Carlo Ramírez Lombardi. Soy un detective… -- me interrumpe la señora.

-- No he contratado a ningún detective. Váyase por favor -- me dice. Le muestro, antes de que me cierre la puerta, una identificación del INE. La revisa y me la devuelve sin mostrarme un interés.

-- Señora, por favor -- pongo mi pie en el marco de la puerta -- no me cierre. Tal vez no tenga un argumento que me certifique como una buena persona, pero si le parece convincente ver estas pruebas sabrá que no soy malo -- le enseño en mi celular capturas de pantalla de tweets en los que me agradecen.

-- Muy bonito eso, pero ¿cómo puedo asegurarme de que no son falsos?

-- Hmmm, busque en internet el Dragón Negro. En algunos periódicos famosos, mi alias sale -- le contesto sin antes darle una tarjeta de presentación.

Justo cuando la señora cierra la puerta de su casa, escucho claramente el grito de dos jóvenes. Me volteo y veo que uno de ellos es el que me encontré hace un rato. Además, reparo en que el momento en que nos vimos él ya sabía quién soy.

-- Oiga, no se vaya -- dice uno de ellos. Este joven también de tez morena pero de mirada más tranquila corre hacia mí; se detiene a unos escasos metros. Su amigo camina, con paso rápido, hacia él.

-- ¿Sabe quién soy? -- lo interrogo mientras me dirijo a la puerta de mi coche.

-- Sí. Usted es el Dragón Negro. Mi amigo Iván -- lo señala -- me dijo que lo vio ir rumbo a casa de mi amiga -- su mirada se torna brillosa. Una esperanza en él nace.

-- Efectivamente, lo soy. Sí que su amigo ha oído hablar de mí -- contesto con aires de grandeza.

Iván le susurra un no sé qué cosa. Los dos se ven fijamente y se estrechan las manos.

-- ¿Dragón Negro, vas a ayudarnos a salvar a nuestra amiga? -- me interroga Iván.

-- Yo vengo a ayudarlos. Ustedes déjenme el trabajo mientras se dedican a los deberes de la escuela -- respondo seriamente.

-- Mi amigo Arturo y yo no te estamos diciendo que te encargamos este trabajo, sino que te aceptamos en nuestra misión -- comenta Iván sin dejarme de ver como un enemigo.

-- ¿Cómo un par de mocosos pueden ayudarme? -- les interrogo mirándolos fijamente. Con eso debería bastarles para no meterse en problemas mayores a los de un estudiante de preparatoria.

-- No somos mocosos cualquiera. Nosotros hemos investigado, desde antes de la alerta ámber, datos que tal vez usted no tenga -- Arturo me contesta, me reta con su mirada, la cual ha pasado de ser unos inofensivos ojos a unos agresivos.

-- Hmmm, está bien. PERO no descuiden sus estudios -- les acepto su ayuda. Me subo en el auto; ellos tocan a la puerta de la casa de su amiga.

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